<<Y si la empresa de la mina del cielo azul no viene en mi rescate
Si la empresa de azúcar refinada no me salva
¿Quién
va a salvarme?>>
Midnight Oil; “Blue Sky Mine”
Hace un par de días tuve oportunidad de
asistir, en la localidad de Quintero, a la primera rueda de consulta pública en
relación al ante proyecto de ley <<norma
de emisiones para fundiciones de cobre y fuentes emisoras de arsénico>>
a cargo de la autoridad ambiental[1].
La jornada trató acerca de las restricciones
a que serán sometidas las emisiones de dióxido de azufre y arsénico que abundan
en el aire, el agua y el suelo de algunas geografías del País. Elementos
responsables de una toxicología carcinógena crónica, acumulada durante décadas,
que ha condenado a la muerte a generaciones completas de trabajadores y pobladores
aledaños a las usinas de fundición de cobre y plantas de ácido sulfúrico. Chile
es un país minero… y también de enfermos crónicos.
Los
habitantes de Quintero y Puchuncaví se preguntan si alguna razón o fuerza
benévola les devolverá la frondosidad y fertilidad de su antiguo valle… si los
peces volverán a salir a raudales desde el mar… si los jóvenes volverán de su
exilio a vivir de vuelta al seno de su comunidad… si los viejos intoxicados cancerígenos
podrán morir en paz… si pervivirá su estirpe y memoria. Los técnicos responden
con el cuño de un extraño e initeligible futuro… eluden la corresponsabilidad
Histórica del estado… la fantasmagoría de este inunda la atmosfera de la
<<consulta pública>>, colmando de carga científica y crudo realismo
la desolada conciencia de esta tragedia.
En Chile hay siete fundiciones de cobre con
planteles químicos y minero industriales de toda naturaleza aglomerados en su
entorno. De su renta y ganancias han participado, cual más cual menos, privados
y también el Estado. Indistintamente, desde la nacionalización del recurso
hasta la restitución de la propiedad de este al capital transnacional se ha
duplicado, en millones de toneladas, la fundición de concentrado…
indistintamente también, las comunidades se han aglomerado en los márgenes de
los polos mineros contribuyendo a la acumulación de valor con fe en el
progreso, sus pulmones y otros órganos humanos.
Transcurre la reunión en medio del frío, la
desorientación y el tedio… irrumpen de pronto un par de dirigentes sindicales
de la Fundición Ventanas, aún de propiedad de CODELCO. Interpelan a los
técnicos y a los asistentes de modo amenazante;
<<no
permitiremos que cierren la fundición… no permitiremos que liquiden nuestras
fuentes de trabajo… no permitiremos que por el medio ambiente nos echen a la
calle… no permitiremos que nuestra comunidad se vea afectada… no queremos un
pueblo fantasma… no permitiremos que secuestren las faenas… defenderemos hasta
las últimas consecuencias nuestro derecho al trabajo digno, Aquí en nuestro
Quintero y nuestro Puchuncaví >>
¿Qué hay tras esta paradojal escena?
Hace
un par de meses atrás el vicepresidente ejecutivo de la minera estatal
amenazaba en conferencia de prensa y a nombre de la minería Chilena, cual
pontífice, que de avanzar en leyes restrictivas como estas, se verían obligados
al cierre de planteles con graves consecuencias en los dispositivos de control
del precio del cobre en el mercado mundial (amenazas de las ventajas
comparativas del proceso fundición en China) y en las finanzas del País.
¿Qué hace que los trabajadores asalariados y
sindicalizados, antagonistas naturales a la fuerza expoliadora del capital,
alinien los <<intereses de la clase>> a la estrategia y la táctica
patronal?
¿Por
qué la aguda tensión del medio ambiente, la ecología y la calidad de vida no es
reconocida y legitimada en el discurso de los trabajadores convencionales?
Espacios
del capital y espacios de esperanza
Siguiendo al geógrafo radical David Harvey
(Harvey; 2000) lejos de lo que pudiera creerse a simple vista, esta situación
no responde a una pérdida de fuerza y validez de los presupuestos antagónicos
que articulan el materialismo Histórico y la lucha de clases presentes en el
manifiesto comunista; a pesar de las inmensas fuerzas totalizantes desplegadas
por el capitalismo en el proceso globalizador; la relación entre capital y
trabajo sigue siendo el concepto sustancial de la dinámica de acumulación de
valor en el espacio global, y el <<trabajador proletario>> una
categoría de una riqueza y significación teórica y política insustituible.
Lo que aquí trasunta, es la incomprendida y
aún no asimilada situación del proceso de
producción social del espacio por parte del movimiento obrero progresista
tradicional. En la dinámica de acumulación capitalista el espacio, así como el
tiempo, es la síntesis de una economía de relaciones sociales; la
conceptualización del espacio y la transformación geográfica son producidas a
favor del régimen de acumulación.
Existe pues una <<intrincada dinámica
espacial de la lucha de clases>>, aún no incorporada con propiedad en el
pensamiento y acción emancipatoria; en sus ideas de estado, sociedad,
solidaridades materiales, valores, éticas, humanismos y acervo universal en
general.
A decir de Harvey;
<<se
deduce, por lo tanto, que mientras el movimiento de la clase obrera no aprenda
a enfrentarse a esa capacidad burguesa de dominar el espacio y producirlo, de
dar
[siempre] forma a una nueva geografía de la
producción y de las relacione sociales, siempre jugará desde una posición de
debilidad más que de fuerza. De la misma forma, mientras este movimiento no
acepte las condiciones y diversidades geográficas, además de Históricas, de su
propia existencia, será incapaz de definir, articular y luchar por una nueva
alternativa socialista real al dominio capitalista>> [2]
Con todo, el capital en el contexto
globalizador no ha podido lograr subsumir <<lo real>> a su esencia
homogeneizante. La lucha emancipatoria
deberá superar atavismos arcanos y categorías igualmente homogeneizantes
que las del proceso capitalista, resistiendo a la fragmentación en base a una
unidad global maciza fundada en la fuerza y la esencia heterogénea.
¿Qué hace la diferencia entre el antagonismo
ecológico y ambiental de una pequeña comarca y su fundición de cobre al sur del
mundo, respecto de una remoción en masa por degradación de suelo en una
barriada de Brasil o Bangladesh o respecto
de la lucha por la dignidad y la sobrevivencia de mujeres trabajadoras de una
maquila en un villorrio centro americano?
La toxicología crónica de Quintero –
Puchuncaví por arsénico y dióxido de azufre es un ejemplo de cómo se imbrica
progresivamente en la escala local la red del espacio capitalista global total
de hoy. No sólo condensa la geografía de la mega apropiación planetaria del
valor, sino que además escenifica la absoluta alienación de la vida misma. Es
en esto último, la tragedia global del flujo de la vida, en que solidariza con
las infinitas geografías, de opresión y también de esperanzas, esparcidas por
el planeta.
Pero con entera justicia alguien podría
refutar señalando que, esta mirada carecería de un fundamento significativo, universal
e Histórico, en la relación entre micro y macro espacio en la producción
geográfica capitalista así como de inconsistencia de sujetos y actores
solidarios y antagonistas, por decirlo de algún modo; al nivel universalizante del
internacionalismo proletario, por ejemplo.
He aquí una cuestión crucial; el proceso
capitalista ya no es abstracto como en sus albores. Borracho de triunfo y
resistencias fragmentarias, el capitalismo global del siglo XXI tiende a la
realización y concretitud plena de su ideología y a la construcción de un orden
material absolutamente real, a la espacialización absoluta de sus funciones, a
la conquista y dominación total del paisaje. Ergo, La unidad de los explotados
y oprimidos del mundo ya no es posible de ser conseguida mediante categorías
igual de abstractas. En este tráfago las categorías políticas del mundo del
trabajo han quedado desnudas retornando por fuerza al origen y fuente original;
El cuerpo… el cuerpo que trabaja, sufre y se aliena.
<<el
cuerpo que trabaja, es por tanto, un ámbito de resistencia que alcanza
dimensión política mediante la capacidad política de los individuos para actuar
como agentes morales… la universalidad de la lucha de clases se origina en la
particularidad de las personas y en que la política de clases debe trasladarse
de nuevo a personas significativas… es necesario encontrar formas de conectar
el micro espacio del cuerpo con el macro espacio, lo que ahora se denomina
globalización>>[3]
La situación ecológica y humana de Quintero –
Puchuncaví no sólo es la derivada sacrificial
de un largo proceso Histórico de obtención de beneficios y renta, del
crecimiento, del PIB per cápita y del ensanche en la base de la riqueza que
permita <<incorporar>> más y más trabajadores asalariados. Hoy, es
también la constitución <<global>> de una localidad en una red de
geografías símiles y disímiles, en que el capital “evanece” todas los contornos
conocidos del mundo del trabajo penetrando inmoralmente hasta el cuerpo de los
ciudadanos habitantes, inculcando en el intertanto las reglas de una economía
de la muerte y la naturalización de un orden masivamente desbastador.
En pro de la inmediata igualdad y la
conquista real de derechos, los trabajadores de Chile no sólo deberán
reivindicar el bienestar según la distribución precaria de ingresos y pseudo
poder, sino que deberán deducir también de la tasas de beneficios, la aniquilación
del medio en que se posicionan y contextúan así como el rol que juegan en la
dinámica del espacio global capitalista, en conciencia, reciprocidad y
solidaridad con cada uno de los habitantes del planeta
tal como lo planteara hace más 150 años ya el manifiesto comunista.
Hoy y con más fuerza que nunca,
TRABAJADORES DEL
MUNDO; ¡UNÍOS!
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