lunes, octubre 08, 2018

EL SURGIMIENTO DEL SINDICATO DE PESCA ARTESANAL S – 24 DE LA BAHÍA DE QUINTERO.Geografía del desplazamiento y expulsión en una zona de sacrificio





EL SURGIMIENTO DEL SINDICATO DE PESCA ARTESANAL S – 24  DE LA BAHÍA DE QUINTERO
Geografía del desplazamiento y expulsión en una zona de sacrificio

Por Gonzalo Gajardo Vistoso

“… tengo 25 años,  soy de Quintero. Cuando niño me fui a Lebu… con mi abuelo pescador. Volví a Quintero porque siempre me gusto. Soy de Quintero… soy descargador de Jibia, después se me dio la oportunidad de salir (navegar) y me gusto aún más… yo nunca me he desligado del mar. Siempre he estado con él”[1]

El sindicato y cooperativa de pesca artesanal <<septiembre 24>> S – 24 de la bahía de Quintero, es una organización que hoy se ha hecho emblemática al liderar la denuncia y la movilización contra la contaminación y la afectación a la salud de la población en la zona por estos días, hecho que ya contabiliza del orden de los mil intoxicados. 

La mañana del jueves 4 de octubre, conocimos la lamentable y triste noticia de la trágica partida de uno de sus más destacados integrantes.  Mi comentario pues, no tiene como propósito abundar en el examen de la contingencia, ampliamente tratada por la opinión pública, sino más bien destacar el contexto en el que surge esta organización y comunidad litoral, su experiencia en el paisaje sacrificial en que se inscribe, así como las reivindicaciones y luchas que comporta. 

He tenido el privilegio de conocer de cerca, aquel genuino sentimiento de <<familiaridad y apego>>[2] que liga emocionalmente a esta comunidad con el litoral y comprender, en alguna medida, la angustia sentida al ver como su mundo de vida y praxis se disipa sin más. Quisiera pues, que estas breves líneas fueran un  reconocimiento a aquel Alejandro pescador de 29 años y con él, a todos sus cófrades. A sus anhelos, a sus desvelos ante tanta objeción para vivir de la forma en que él quería hacerlo; en y con el mar… en su <<caleta cultural>>, título que habla en propiedad de la reivindicación de una forma de vida hoy amenazada.

S – 24, es una organización de pesca artesanal compuesta por una generación de  jóvenes pescadores. Por aquellos que han querido continuar con este oficio,  tradición y cultura en el litoral pese a todos los acicates que hoy incitan a dejarlo.

No tiene un muelle ni un terreno de playa desde donde operar formalmente. El gobierno local es renuente a reconocerles como legítimos actores del borde costero. La autoridad sectorial no les ha prestado suficiente apoyo en cuestión de fomento. Las compañías del polo industrial y sus políticas expansivas sobre la bahía, les sindican como amenaza. Su opción de dejar la pesca extractiva para convertirse en acuicultores, se ha visto truncada. S – 24 vive una <<experiencia de expulsión>> de su espacio vivido, un extenuante proceso de <<desplazamiento de la subjetividad>> (Janoschka; 2016)[3]  en el territorio.

Es menester mirar la zona de sacrificio de la bahía de Quintero – más bien todas las bahías de sacrificio del país[4] – no como contextos aislados, sino como <<bordes sistémicos>> (Sassen; 2015) [5] de un nuevo tipo de espacio global y una nueva geografía del desplazamiento y expulsión, que emerge en el país (y el planeta) con diversas facetas e intensidades.

El proceso de desarrollo territorial de la bahía de Quintero, así como en el resto de las bahías industriales del país, comporta hoy un violento proceso – material y simbólico – de <<apropiación negativa>> (Lefebvre; 1974)[6], yuxtaposición e interpenetración espacial global y local, representado en las fuerzas transformadoras industriales (energía y la minería) y los mundos locales.

Como se señalara en un anterior comentario[7], buena parte de aquel desarrollo está dominado por la expansión portuaria en la zona. A raíz de ello, la pesca artesanal sostiene distintos tipos de conflictividad; inocuidad alimentaria, superposición de usos litorales e interferencia marítima, acceso a infraestructura portuaria y borde costero y políticas de relocalización de caletas.

 El sindicato y cooperativa artesanal S – 24 de Quintero, surge en respuesta a este cuadro de conflicto socio ambiental y al calor de sucesivas emergencias ambientales registradas desde 2014 en adelante[8]. Así pues, la organización ha construido en el tiempo, un discurso de <<temor a la pérdida de su lugar>> en el litoral y en la vida local. En adelante pues sostendrá – contingencias aparte – una activa agenda de movilización en pro de la defensa y preservación de su identidad y cultura.

S – 24, vive un profundo sentimiento de desarraigo y despojo de su lugar, una experiencia expulsiva cifrada en un agudo proceso de ruptura de los patrones de vida y continuidad social. Cuando las comunidades no pueden transmitir su cultura e identidad, cuando no pueden simbolizar su existencia espacial, estamos en presencia de experiencias que reflejan; desapropiación en el sistema social y desplazamiento definitivo en el territorio de sujetos y actores  tradicionales, frente a fuerzas económico productivas – ahora globales – violentamente emplazadas.   

Hablamos pues, de la desposesión – indisposición (Bourdieu)[9] – del capital espacial, causada por procesos de naturaleza; material, política, económica, simbólica y psicológica. Expulsión, desposesión y desplazamiento, franquean la lógica sacrificial que domina el paisaje. Los agentes locales desplazados no se reapropian positivamente del espacio ni ofrecen resistencia  a las fuerzas externas. Así pues, el proceso territorial se ve hegemonizado por el crecimiento económico, en desmedro de las otras dimensiones de la sustentabilidad como son; el desarrollo humano y la cultura.

Chile es un país abierto económicamente y globalizado hace tiempo ya. No obstante los conflictos acumulados a causa de aquel proceso, vienen  pues a concienciarse y a hacerse patentes hoy. Las zonas de sacrificio están, en un proceso de mancomunión. Es esperable que, al  calor de aquello, a las amplias demandas por un mejor ambiente se agreguen considerandos de orden socio territorial, y que en ese tenor y más allá de cierto clamor anónimo, surjan específicamente fuertes resistencias más bien culturales e identitarias. Es el caso de S – 24.



[1] Juan Suarez. Dirigente de sindicato y cooperativa S – 24 de caleta embarcadero, Quintero. Juan es casado y tiene 2 hijos. Se radico definitivamente en Quintero, dejando las faenas mineras en las que se insertó, como operador especializado de maquinaria, muy tempranamente.

[2] Me refiero a un proyecto de investigación en desarrollo, al amparo del magister en gestión de proyectos urbano regionales de la universidad Viña del Mar, referido a la experiencia de expulsión y desplazamiento sufrido por S – 24 en el contexto. en dicho proyecto, se analizan los tipos de sentimientos topofílicos (Tuan Yi Fu),  que la comunidad sostiene con el entorno.

[3] El geógrafo inglés Michael Janoschka, define el desplazamiento como;  “Una operación que restringe las opciones de los sectores de menores ingresos de encontrar un lugar adecuado para vivir en un espacio concreto… En este sentido, indica lo que ocurre cuando fuerzas externas al entorno del hogar imposibilitan mantener o desarrollar la vida en un lugar, por diferentes razones”. Michael Janoschka; <<Gentrificación, desplazamiento, desposesión Procesos urbanos claves en américa latina>>. Revista INVI N° 88, 2016. FAU Facultad de Arquitectura y urbanismo de la Universidad de Chile. Pág. 33.
                                                      
[4] La bahía de Quintero ha sido ampliamente reconocida por la opinión pública en este último tiempo, como una <<zona de sacrificio>>. Organizaciones no gubernamentales (ONG’s), movimientos sociales y ambientalistas, y a ratos  el propio estado, manejan esta nomenclatura para referirse a un lugar caracterizado principalmente por; una situación toxicológica crónica irremontable (producto de décadas contaminación en el medio), un evidente daño ambiental y ecológico, además de riesgo para la salud de la población, la responsabilidad de parte de la industria y de parte de las políticas de desarrollo territorial impulsadas por el sector público, así como la percepción de los habitantes de vivir en condiciones de riesgo, deterioro de la calidad de vida, postergación y rezago.   El concepto <<zona de sacrificio>> ha evolucionado, junto al territorio y al paisaje, desde consideraciones estrictamente biológicas y toxicológicas a comprensiones de orden socio territorial. En su oportunidad, el instituto nacional de derechos humanos (INDH) determinó la existencia de tres  zonas de sacrificio en el país; Bahía de Quintero, Bahía de Mejillones, Bahía de Tocopilla, levantando nutridos informes en donde se retrata y verifica el carácter de la conflictividad socio ambiental existente en estos territorios y la vulneración de derechos humanos de tercera generación.

[5] La expulsión presenta como características la <<concentración aguda de recursos materiales y simbólicos, brutalidad y desastre humanitario>>. Sassen establece una correlación entre estos fenómenos de aguda desposesión, con la desaparición misma de la sociedad liberal tal como la conocemos desde la revolución burguesa e industrial de los siglos XIX y XX, dando paso a <<una fase que está apenas empezando, fase caracterizada por las expulsiones>>. Las expulsiones se correlacionan en última instancia con la progresiva disipación del bien común y los derechos humanos instituidos. Saskia Sassen, “Expulsiones; brutalidad y complejidad en la economía global”. Katz editores, Buenos Aires 2015.  Págs.40 – 41 

[6] Henry  Lefebvre, “la producción del espacio” (1974). Capitán Swing libros, España 2013.

[8] Al calor de la intensa actividad portuaria en la bahía, se han producido en los últimos cinco años, diversas emergencias ambientales que han afectado al medio marino y que han concitado movilización social y gran atención de la opinión pública. En septiembre de 2014 se vertieron al menos 22 mil litros de hidro carburos en la bahía de Quintero, tras una falla en uno de los terminales de multicrudo de ENAP. En mayo de 2016 se produce una nueva emergencia tras un derrame de slurry oil, altamente maleable a las condiciones oceanográficas y a tan solo 3 km de distancia (mancha aproximadamente de 1 hectárea) de las áreas de manejo bentónico al norte de Quintero.

[9]  Según la conceptualización producida por Pierre Bourdieu de posición en el campo social de poder y la disposición de capital material y simbólico por parte de los agentes sociales, en el proceso de disputa y apropiación en el sistema y el espacio social.